Ella lo vio todo
antes de alcanzar la cima.
Adivinaba el tiempo
según la forma en que
caía la luz.
Contaba pétalos en las
macetas del jardín.
Ahora intuye el clima por
el sabor del aire:
El calor, un algodón de
azúcar y coco,
el frío, una manzana de caramelo.
Con su cabello como bandera,
lleva en su rostro dos botones
y una rosa entre las manos.
Atrás quedan los verdes campos
de amarillo salpicados.
El viento sopla
pero ella no cede.
Busca un lugar para la flor,
lejos de aquí.
Imagen: El ancestro, de Leonora Carrington.
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