Ensayo
sobre Crónicas para sentimentales, de Jacinta Escudos
Sobre
la individualidad se erige nuestra propia república. Las fronteras son
delimitadas por la conciencia y los rastros sentimentales que la sociedad
moderna arrincona en los departamentos. La soledad pareciera ser la única
compañera de los personajes retratados en el libro Crónicas para sentimentales
(2010) de la escritora salvadoreña Jacinta Escudos. Los relatos hilan una
colección de situaciones en las que se percibe el desgano de vivir, la rutina y
los miedos de los hombres y mujeres del último siglo. También resaltan los
diversos recursos literarios que entremezclan figuras poéticas, el uso de
diferentes narradores y la ruptura de reglas gramaticales tales como la
ausencia de puntos o mayúsculas.
Un
epígrafe que corresponde a la canción Dos
caras de amor de Los Moonlights le da la bienvenida a quien empieza la
lectura. Queda en mi mente la tonada al ritmo de una banda uruguaya que canta: “Dos
caras de amor tengo yo / De alegría y de dolor / Para reír y llorar” (Escudos,
2010. p.7) Esa es la antesala para nueve historias que más se acercan a la
tristeza que a la alegría plena del amor. La mayoría de los personajes navega
entre las fronteras de la socialización y se aferra a la individualidad.
En
el primer cuento titulado ¿En qué libro
guardé tus cabellos, Elsa Kuriaki?, un narrador en primera persona comparte
las interioridades de su vida solitaria y el asombro ante la posibilidad de
reconocerse como alguien capaz de enamorarse. El personaje también expone el
miedo que conlleva la fragilidad de exponerle a Elsa sus sentimientos y caer de
nuevo en la vulnerabilidad. Fue tal la emoción por sentirse frente a frente al
amor, que el protagonista sucumbe a un exceso de emociones que su organismo no
es capaz de soportar. Se resetea, tal y como si fuera un sistema operativo que
debe reiniciarse y pierde la memoria.
En Lecturas para misántropos modernos se
presentan tres relatos breves sobre mujeres que se sienten aversión al trato
con las personas. Por ejemplo, la voz narradora de puertas asegura realizar cosas útiles porque lee mucho, sale a
hacer la compra, arregla la casa y no se mete con nadie. Tanto ella como la
protagonista de T.V. se duermen
acompañadas por el televisor y meditan sobre la muerte. En los siguientes
fragmentos se pueden apreciar este tipo de reflexiones:
“y
si esa bolsa me matara, la verdad es que me estaría haciendo un gran favor” (Escudos,
2010. p.30).
Lo curioso es que aunque viven encerradas en su metro cuadrado, también son quienes se atreven a cuestionar elementos fundamentales en los que quizá la mayoría de personas no se detienen a reflexionar por estar pendientes de sus ocupaciones diarias:
“a
veces me despierto en la oscuridad de la noche, y no sé por qué me pongo a
pensar en la muerte y pienso tanto y tan intensamente en ello que siento algo
más que miedo, algo mucho más fuerte que el miedo, algo para lo que aún no
inventan una palabra, un algo terrible en el pecho y el cuerpo entero”. (Escudos,
2010. p. 41)
Hay
relatos como Novela de amor pakistaní
en los que la estructura narrativa se intercala con recursos poéticos. El
cuento se desarrolla entre los monólogos de Valkiria y algunos diálogos que
intercambia con un productor español. De acuerdo con Fuentes, la autora
evidencia su interés por la experimentación, con gusto por el texto
hiperrealista, pero también por el relato de tintes poéticos (2013, p. 75). A
continuación se ejemplifica este estilo narrativo:
“tu,
allá arriba, tomándote un whisky, con tus anteojos oscuros colgando de tu
cuello por una cadenita, para tenerlos a mano cuando el brillo del sol que se
refleja en las nubes haga destellos contra el metal del ala del avión y contra
el plástico de la ventanilla por la cual te asomas / ese calor, ese whisky en
la mano, las nubes como un paraíso de algodón / salir por la ventana y caminar
sobre las nubes, a través de ellas, dormir y taparte con ellas, descasar sobre
ellas, descalzo… (Escudos, 2010 p. 50).
Las
crónicas continúan con Nights in Tunisia,
una historia lineal contada en tercera persona y ambientada en Nueva York. La
búsqueda de la ternura se mantiene aunque los escenarios cambien y ahora nos
encontremos en un club que está a reventar y donde Nausicaa es una intérprete
de jazz. Somos testigos de la historia de amor inconclusa con Desiderius, la
persistencia de Nausicaa por buscar la aceptación y sentirse amada. La búsqueda
del amor también es el motor en Relato
Judicial, una historia contada por un narrador en tercera persona cuya voz
es interrumpida por los pensamientos de una periodista que se enamora de un
presunto criminal. Todo sucede en pocos minutos y en cuestión de un intenso
intercambio de miradas.
En
una entrevista publicada en la revista virtual Aurora Boreal, la escritora explica que su objetivo fue cuestionar
los roles impuestos por la sociedad y los ideales del ser humano contemporáneo
que se ahoga todos los días en una enajenación cotidiana (Ritter, S.F). En Palabras Blandas, Materia Negra y Crónicas para
sentimentales se percibe ese cansancio interior que se refleja en
relaciones inestables e incluso el rechazo a embarcarse de nuevo en una
relación.
La
carga sentimental se acumula en la garganta al llegar a la última página. No es
difícil sentir empatía por los personajes que vagan en cada crónica porque la
lectura de estos relatos implica un llamado a la sensibilidad y a reflexionar
en el desasosiego interior que el ritmo de vida moderno puede ocasionar. Cuando
la desilusión es muy grande suele surgir esa inmensa pereza de volver a amar
que se menciona en Crónicas para
sentimentales. El desgano aumenta de manera progresiva hasta convertir a
las personas en ermitaños modernos o autómatas que no viven de manera
auténtica.
El libro
es un novenario a la desesperanza pero me niego a creer que todo está determinado al fracaso.
Nunca es tarde para reducir la misantropía. Tenemos derecho a momentos de
felicidad, tal y como la saborea el personaje de la primera historia por unos
cuantos segundos. La derrota sería abandonarnos y caer al viento como el clavel
que deja una estela roja en su caída desde el noveno piso.
Bibliografía
·
Escudos, Jacinta (2010). Crónicas para
sentimentales. Guatemala. F&G Editores.
·
Fuentes, Moises Elías. (2013). Nueva
Narrativa centroamericana: breve panorama II. Casa del tiempo. Recuperado de:
http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/74_75_vi_dic_ene_2014/casa_del_tiempo_eIV_num_74_75_74_77.pdf
·
Ritter, Luis Pulido. (Sin fecha). Entrevista a Jacinta Escudos, Una
trampa feliz. Dinamarca. Recuperado de:
http://www.auroraboreal.net/actualidad/entrevistas/1471-una-trampa-feliz
Me gustó mucho tu análisis de la obra de Jacinta. Siento que aportas y descubres mucho.
ResponderEliminarPero, ¿qué piensas de la portada del libro?
Saludos.
P.D. a mi me encantó el libro en su totalidad