Horas después, no pude evitar regresar hacia esa caja de cartón decorada con recortes de revistas para seguir leyendo los apuntes de una niña que soñaba mucho y se aburría bastante. Quiero dejar claro que antes de leer el diario, recordaba momento de mi infancia como alegres y entretenidos. Pero a lo mejor es la nostalgia la que le da ese toque. Creo que el primer diario que escribí lo empecé cuando estaba en tercero o segundo primaria. Eran páginas de colores en las que relataba lo que había jugado ese día en el colegio, las peleas con mis amigas o las batallas de mis hermanos en casa. Mi letra era demasiado grande y algo torpe.
Avancé hacia los siguientes cuadernos. Eran los de una niña a punto de entrar en la adolescencia y que empezaba a dibujar corazones con el nombre del niño que le gustaba. Casi puedo verla en su cuarto, en un suburbio de Villa Nueva, viendo televisión o demasiado aburrida porque en la colonia no había niñas de su edad. Escribiendo que no había pasado nada emocionante ese día o que había ido a ver Armageddon al cine con su papá y que la nueva refrigeradora había sido entregada. También fue el primer diario de oraciones. Eran sencillas pero sinceras. Demasiado inocentes y tiernas.
Pasaron los años y la adolescencia llegó con todo su apogeo. Los Backstreet Boys ya no eran el grupo favorito, pues quería ser diferente y escuchar algo más fuerte. La aguja apuntó hacia el rock nacional y bandas extranjeras como koRn, Tool, A Perfect Circle, Godsmack, Slipknot, entre muchas otras. Su vestuario empezó a ser más hippie y soñaba con una guitarra. No la dejaban ir a conciertos pero soñaba con que llegara el día en que pudiera hacerlo, tocar guitarra y subir al escenario con su propia banda y lucir un look hippie. Antes de los quince años, se la pasaba muy aburrida en su casa y pensaba que sus papás no la entendían. Ella ignoraba que sus papás sí la habían escuchado. Le regalaron algunos discos de sus nuevos cantantes favoritos (Viento en Contra, Enrique Bunbury, Malacates, etc). Para su cumpleaños 14 decidieron regalarle una guitarra y las aventuras de adolescencia en la colonia empezaron a ser más variadas cada día.
La lograron engañar, pues mamá sostenía que los gastos habían sido demasiado altos y que no era posible dársela. Lucía seguramente corrió a encerrarse de nuevo para escribir cuánto añoraba tocar guitarra, pero que cómo podría ser posible alcanzar esa meta si no le daban el instrumento. Llegó la fecha de su cumpleaños y ella vio una caja demasiado grande esperándola en la puerta. La abrió con mucha ilusión pero se encontró con una broma: Era una guitarra de juguete muy pequeña, de esas que se compran como recuerdo de Antigua Guatemala. Sus jóvenes padres tenían un gran sentido del humor y el verdadero regalo estaba escondido en el trabajo de mamá. La verdadera guitarra fue entregada en la medianoche de Navidad.
Ahora Lucía escribía lo emocionada que estaba con la guitarra. Su meta era tocar todas las canciones de rock nacional que pudiera aprenderse y, algún día, tener una banda. Dos años después lo logró. Participó en el Juventud de 2003 y 2004, representando a su colegio junto a la banda que armó con unas amigas. Y así siguió la historia.
Terminé de leer los diarios muy emocionada. Había una Lucía de la que no me recordaba. Que además de querer tocar guitarra, también se preguntaba que pasaría con su vida. ¿Se enamoraría alguna vez? ¿Sería feliz? ¿Tendría un carro? ¿Vería en vivo a sus bandas favoritas? Hay muchas respuestas que sí puedo darle pero hay otras que todavía ignoro. Me di cuenta que quizá la traicioné un poco. Quizá crecí. Me dieron ganas de abrazarla, sonreír con ella y decirle que tenga más paciencia. Que todo estará bien. Con varios sobresaltos y sorpresas, pero también con muchas alegrías, amor y colores infinitos.
Escribí este post para poner aterrizar algunas ideas. No sé si alguien leerá esto pero quiero concluir con que es bueno ver hacia atrás y redescubrir nuestros sueños. Las negaciones y e incluso los miedos que nos acosan. Reconocí rasgos de mi personalidad que siempre han estado latentes e incluso me comprendí un poco más. Aprecié desde otra perspectiva todo lo que mis papás hicieron para hacerme sentir bien y educarme. Gracias a este reencuentro recordé que necesito tocar guitarra y que no está bien que la tenga empolvada en el rincón de mi cuarto. No quiero traicionar a Lucy de nuevo.
Acabo de retomar la escritura en un diario como parte de un ejercicio creativo. Quizá en otros diez años,
cuando lea los diarios de ahora, también vuelva a sorprenderme de la adulta joven que soy hoy. Les aconsejo escribir un diario y, si tienen hijos, animarlos a que lo hagan. Le leí algunos fragmentos a mis papás y hermanos y lo pasamos muy bien, pues desempolvamos travesuras y detalles de nuestra relación. Otra idea que apliqué hasta que cumplí 20 años, fue la de escribir cartas para mi misma, con un resumen de los puntos más importantes de cada año. Les dejo la espinita. :)
Que bonito Lucia, eso me recuerda a cuando yo lei mis diarios, creo que recordé pasajes que había olvidado, aventuras que había vivido, promesas que había hecho para el futuro y muchas cosas que vi. N o lo había visto desde el punto de vista de la edad que tenia en el momento que escribí cada uno de mis diarios, eso me hace poder ver mas allá de las palabras escritas. Hoy en día aun escribo cuando tengo problemas, pero me he dado cuenta que poco a poco deje de escribir pues encontraba un mejor amigo con quien charlar lo que antes escribía, eso me hace feliz pues me hace pensar que me siento menos sola!
ResponderEliminarGracias por compartir tan bonita experiencia; y pues ya me dieron ganas de leer los míos otra vez jajaja.... saludos!!
Hola Marie,
ResponderEliminarGracias por compartir tu experiencia. Es agradable saber que una no está sola en esto de los diarios. Ojalá que cada reencuentro con esos apuntes traigan siempre nuevos enfoques de aquellos días :)
Saludos!!!