Las ganas de arrancar sin mirar atrás



"Ahora en esta hora inocente

yo y la que fui nos sentamos

en el umbral de mi mirada"

Alejandra Pizarnik




Hay momentos en la vida en los que una quisiera cerrar los ojos para volver a abrirlos en una escena diferente. Viajar. Cambiarnos el nombre, la profesión y la identidad. Todo esto para olvidar, volvernos a enamorar y sanar el corazón. Al igual que Alice en Closer o Elizabeth en My Blueberry Nights. Asumir una identidad diferente o simplemente viajar por el país para reconocernos en la distancia. Estas dos películas son algunas dentro del gran universo fílmico que tratan sobre este tema. Y es que el momento de recolectar nuestros pedacitos para guardarlos en la maleta es uno de los motivos más recurrentes para un guión de película. Es un instante más profundo que nos podría permitir el borrón y cuenta nueva. Para luego retomar la vida donde la dejamos, avanzar y volverse a enamorar. Sentir. Sonreír.

Hace algunos años acaricié esa fantasía. Mi vida alternativa sería en algún pueblo alrededor del lago de Atitlán donde me quedaría trabajando y reconstruiría una identidad. El inglés lo hablo con fluidez y el italiano lo mastico un poco. Así que en el área lingüística estaba cubierta. Lo único que me faltaba era un plan específico. En esas semanas justamente acababa de ver My Blueberry Nights y el soundtrack de Closer me acompañó en algunas caminatas por el Centro Histórico. Debo decir que han sido los paseos más intensos que he dado absorta en mis pensamientos.
Si bien no podía ser una mesera en algún pueblo lejano, si pude tomar una camioneta en Periroosvelt para largarme al menos por unos días. Lo decidí de un día para otro cuando observaba la antigua Sexta Avenida desde el segundo nivel de un restaurante.
Estaba sola. SO-LA. SI. Llena de soledad. SI. Hecha pedacitos. SI. ¿Pero y qué? Así que llegué a mi casa para guardar un poco de ropa. Le notifiqué a mis padres que me ausentaría unos días porque abordaría el bus en las siguientes 12 horas. Me sorprendió su comprensión y que no indagaran más acerca de mi pequeña escapada. "Que se vaya" fueron las palabras que mi papá le dijo a mi mamá mientras seguían viendo tele y yo salía de la habitación. Mi misión era encontrarle sentido a la pregunta encerrada en esos signos de interrogación.




Iba acompañada de una de mis mejores amigas y unas Pringles que me regaló mi mamá jaja. La compañía crispy y risueña hizo más llevadero el viaje improvisado en el que aún no tenía un lugar donde pernoctar. Cuando mi amiga se durmió me dediqué a estudiar a los demás pasajeros y sus posibles historias. La armónica seriedad de un señor me llamó mucho la atención.
Llegamos a las seis de la tarde y después de comprar algo en la Santander, corrimos para alcanzar la última lancha que nos llevaría a San Marcos La Laguna. Cruzamos el lago bajo una fuerte lluvia y los amantes de la adrenalina lo hubieran disfrutado. Pero yo estaba distraída o mas bien hipnotizada en el cielo negro. Luego caminamos por un pueblo que a esas alturas de la noche lucía desierto y pasamos por la casa de unos amigos del jefe de mi amiga. La escena era como una versión bizarra de la Fiesta del té de Carroll protagonizada por unos argentinos, vegetarianos/orgánicos sin ningún mueble. No estaba en un ánimo tan aventurero y experimental, por lo que pregunté si no había otro lugar en el que me pudiera quedar.

Mi paréntesis tuvo una duración de tres días, que estuvieron llenos de caminatas por el pueblo bajo una perenne llovizna y un delicioso frío. Podía pasar horas contemplando el lago y escribiendo. Aceptando. Perdonando. Comprendiendo. Molestándome de nuevo y así sucesivamente.
Tembló en una de las tantas ocasiones en las que yo estaba sentada en un pequeño mirador abandonado. Los niños que jugaban en la orilla del lago ni se inmutaron. En ese instante imaginé como mis hojas llenas de garabatos flotaban por la ladera, pues si la intensidad del temblor aumentaba podría derrumbarse todo. Mi mente paranoica no tuvo la razón y todo continuó con tranquilidad.

Poco a poco pasó el tiempo entre música, el muelle, yoga improvisado a las 10 pm, malabares furtivos, conversaciones dispersas, natación madrugadora y algún otro detalle por ahí. Mis ojos trataban de devorar todas las estampas posibles desde un comedor donde unos gatos amenazaban con robarse mi comida. Mi amiga debía trabajar en unas charlas educativas y por eso estuve sola la mayor parte del tiempo. Esos instantes de compañía unipersonal resultaron ser más reconfortantes de lo que pude imaginar.

Quizá no pude recolectar todas las piezas del rompecabezas en esos días. Pero al menos encontré algunas que me ayudaron a seguir ordenando mi paisaje. Inspiración para ver todo desde perspectivas diferentes.
Elizabeth recorrió Estados Unidos para dar una vuelta más grande antes de llegar al otro lado de la calle. Alice cruzó el mundo para asumir otra identidad pero nunca se aceptó y tal vez por eso mintió sobre quien era en realidad...
Yo también quería tener un fresh start pero sin esconderme. Sacudir esa pizarra mágica para borrar el dibujo antiguo y empezar uno nuevo. Devorar los paisajes fugaces en la autopista y saborear aquellos que me observaban bajo la luz de la luna. Lo logré y aprendí. Tomé lo bueno y lo guardé en una caja pequeñita. Asimismo, deseché lo negativo para evitar regresar a esos callejones oscuros que a veces nos atrapan.

La vida pasa. Es cuestión de tomar cada etapa y enfrentarla. Embrace it. Se lee fácil y quizá es aún más increíble cuando se intenta practicar. Pero después de soñar despierta con vidas paralelas puede ser que lo próximo que veas sea una nueva calle. Esta vez podrás cruzar sin dar tanto rodeo porque automáticamente sabrás que ahí es donde querés estar. El detalle está en que quien te espera del otro lado de la calle sea quien tu quieras y que además también esté en la misma disposición. Coincidir. ¿Coincidir? Esa es otra historia.

El soundtrack de este post es una canción que ha alimentado esa fantasía. La escuché en la carretera a Xela una vez y me llenó tanto... Boston de Augustana


Comentarios

  1. cada camino es distinto. Me gusta que estés buscando y disfrutando el tuyo.

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  2. Hey David...
    Gracias... El camino que cada uno construye es mejor si se encuentran amigos como vos =)
    Abrazo!

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  3. Closer ha estado dando vueltas en mi cabeza desde hace unos días. Que coincidencia.

    Saludos

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