Cada acción es un error en potencia esperando quince minutos de fama. Algunas equivocaciones son tan pequeñas que podrían ser clasificados como lapsus brutus y la vida sigue. Pero cómo definimos el tamaño de los errores; quién decide si el hecho es medianamente grave o inmensamente monstruoso. La sociedad posee estándares, los delitos son tipificados de acuerdo a leyes y la moral es la base para juzgar los demás hechos. Actuar sin pensar y luego asumir las consecuencias puede ser un acto de valentía.
Cuando fui a ver Plastilina la semana pasada en el teatro Dick Smith, muchas ideas rondaron por mi mente. La trama gira en torno a un crimen cometido por tres jóvenes graduandos que viven como cualquier otro adolescente entre fiestas y conectados al celular todo el tiempo. La violencia es algo tan común como respirar. Claro, eso no es nada nuevo en nuestra sociedad. Sin embargo, pocas veces es presentada desde el otro lado del espejo.
Observé qué pasa por la cabeza de la familia, amigos y los autores del crimen cuando todo el mundo los juzga. Tuve la oportunidad de ponerme en los zapatos de los papás de Mark, uno de los chavos que forman parte del elenco. Ellos no son malos. Proveen y tratan de estar al tanto de lo que sucede en la vida de su hijo. También son personas de carne y hueso que sienten, se enamoran, sufren y aman. Eso es algo que nos cuesta mucho reconocer cuando somos patojos y queremos ser los reyes o reinas del mundo. Los vemos como entes ajenos a nuestra vida; como un obstáculo cuando su NO es la sílaba más temida porque nos arruinaron el futuro. Pero ver otra perspectiva en el escenario fue interesante. Verlos afrontando la realidad, las preguntas inquisidoras de la prensa y la incertidumbre de cada día. En qué se equivocaron…. Por qué su hijo resulta de la noche a la mañana un asesino. No lo se. Ignoro por qué unos jóvenes que lo tenían todo, lo pierden tan rápido en una noche de fiesta criminal. Lo que sí se es que poco a poco estamos más sumidos en soledades compartidas y la comunicación pasa a segundo plano. También creo que los errores están a la orden del día pero asumir las consecuencias es de valientes.
Precisamente eso es lo que logra esta obra. Reflexionar en una llamada de atención sobre cómo estamos y hacia dónde vamos. Ese es el objetivo de la autora española Marta Buchaca, quien escribió Plastilina basada en el asesinato de una indigente a manos de tres jóvenes españoles.
Fui con una amiga a la que considero mi hermana. Ambas estábamos muy conmovidas porque no nos habíamos puesto en los zapatos de ellos. Unos padres tan amorosos y luchadores que de la noche a la mañana se vieron en un problema trasatlántico. A la vez, estar en esos primeros días de prisión fue algo que no habíamos experimentado.
Los roles juveniles son interpretados por los integrantes de Rompecabezas y los padres por Jorge Hernández Vielman y Marisabel González. La dirección estuvo a cargo de Patricia Orantes. El desarrollo atemporal de la obra le da un toque distinto. Parecen recuerdos intercalados con el presente. Las funciones serán los martes 21 y 28 de julio a las 20 horas en el teatro Dick Smith del IGA. Admisión: Q50; estudiantes con carné, Q25.
Links de referencia:
Sobre Rompecabezas
Sobre Mark y Cristian Dávila, un actor Emergente, texto publicado en Magacín de Siglo 21 firmado por Lunatika.
La foto de ilustración es de uno de los jóvenes españoles. Ver nota aquí
Por último, un video de una entrevista a uno de los padres de los muchachos españoles.
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