La gota que sigue derramando el vaso


“Sólo recuerdo que se escucharon como cohetes, pero no… después nos cayeron encima los vidrios… y no podía salir”, exclamó atemorizada una pasajera en declaraciones a la radio Emisoras Unidas.

Escribo estas líneas mientras pilotos de buses urbanos que circula en la ruta 203 se reúnen en el Periférico para paralizar el servicio y exigir que sus vidas sean respetadas.
No estoy segura de cuáles son los sentimientos que rondan a mí alrededor. Impotencia, indignación, miedo...

No es posible seguir pasando al lado de cada muerto y actuar de manera indiferente. Seguir con nuestra rutina y ver a cada retrovisor en búsqueda de un amenazante motorista que pueda asaltarnos o asesinarnos. Hoy ya no podemos ser tan egoístas y cambiar de hoja en el periódico. De nota roja en nota roja. De muerto en muerto y de víctima en calcinado.

Suspiramos y esperamos que hoy no nos toque a nosotros o a nuestros seres queridos. Pero qué pasa con los pilotos. Sí, hay muchos que conducen a su antojo y juegan con la vida de los pasajeros, en estado de ebriedad, irrespetan las señales y cualquier norma de transito. Pero no hay que generalizar. Ellos también son personas que se levantan todos los días para trabajar al igual que el vendedor de verduras, el ejecutivo en tal empresa o el cajero en el supermercado. Así como ellos no se merecen que alguien llegue al mercado, a la empresa o al super a descargar unas cuantas balas para cegarles la vida, tampoco los pilotos merecen eso. Ni los pasajeros que también forman parte del macabro escenario que circula por las carreteras de la ciudad.
Esta mañana Fabián Pixtún, de 85 años, ingresaba al autobús frente a una tienda de conveniencia, cuando hombres armados atacaron al piloto Óscar Zaravia, de 44 años. En el incidente perdió la vida el pasajero. Esto es sólo una de las cuantas gotas que se derraman del vaso. Ayer se dieron más asaltos y asesinatos. En lo que va del año han sido 30 pilotos y 10 pasajeros los asesinados en unidades de transporte urbano. La cifra va en aumento mientras escribo esto, pues fueron tres los ataques al servicio público durante esta mañana.
Es por eso que hoy los conductores de la ruta 203 se han organizado para bloquear el paso por Anillo Periférico y llamar la atención de las autoridades para que cumplan con la promesa de darles seguridad y detener la oleada de violencia.
Yo fui una de las tantas personas que pasaron a “vuelta de rueda” sobre el Periférico cuando empezaban a bloquearlo. Tuve suerte porque no quedé atrapada y todavía pude avanzar hacia el Centro Histórico. Observé a las unidades vacías, los pasajeros que se veían obligados a transbordar en una zona considerada como roja por la Policía Nacional Civil y reporteros que corrían de un lado para el otro para entrevistar a personas afectadas.

No pude ser tan egoísta y seguir escuchando a Panteón Rococó en el carro. No. Ya no se puede vivir así. Es una crísis. Ataques armados, cuerpos encontrados debajo de puentes, intentos de secuestro y prácticamente un estado de sitio.


Pero qué es lo que podemos hacer. Ciertamente no creo que la respuesta sea contraatacar con más violencia y hacer una limpieza social como la que solicitan oyentes que mandan sms a las radios informativas. El odio y la violencia genera más violencia. La solución está en los cambios radicales desde la raíz.

Exijo a las autoridades que viven de mis impuestos que ya no sigan haciendo "chapuces" para decir que hacen algo. Por otro lado, no me parecería extraño que esta mañana tan violenta tenga relación con que hoy por la tarde los diputados del Congreso de la República discutirán por tercera vez la aprobación de la Ley de Armas y Municiones. Si no lo consigue podría ser engavetada, pues las posturas están divididas. Hay varios artículos en discorida al no definirse el número de municiones que una persona puede adquirir cada mes. Unos piden 400 balas por armas y otros menos. Además hay diputados y empresarios que piden que no sean tres las armas que una persona pueda portar, amparadas en una sola licencia. Quieren portar una cantidad ilimitada... ¿A quién ayudará más esto?

También creo que la indiferencia es una actitud equivocada. Quedarnos en una burbuja es más fácil que estar conscientes de la realidad. El derrotismo tampoco es la respuesta. Me parece que la lucha por un mejor país empieza en nuestro entorno y actividad diaria. Ser mejores guatemaltecos, responsables, educar a los niños en contra de la violencia, dejar la mediocridad a un lado y sensibilizarnos ante lo que sucede frente a nosotros.
No basta con tirar la piedra, criticar y rasgarnos las vestiduras. No nos van a vencer y sí podemos tener una Guatemala mejor. Está en nuestras manos el involucrarnos y actuar positivamente. Ellos tienen armas que quitan vidas. Nosotros podemos darla y exaltarla. Ya sean lápices, pinceles, calculadoras o un aula llena de estudiantes. Dejar la corrupción a un lado y hacer lo mejor que podamos en nuestro metro cuadrado. Si esos metros cuadrados se multiplican serán muchos más los pedacitos de Guatemala donde el cambio se esté generando.

Fotos: Prensa Libre, La Hora y www.stthomas.edu



















Comentarios

  1. ya basta, tenemos que unirnos para acabar con esta ola de violencia

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  2. la solucion es prenderle fuego a pavon, pavoncito, el boqueron, el preventivo y todo ese monton de delincuentes pizados que ya no tienen remedio... si, es odio. pero el fuego solo se combate con fuego.

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  3. komparto tu opinion, he dicho esto mucha veces tambien, la solucion no es matar al ke mato, kual seria la diferencia entre el ke mato y yo ke lo mate? violencia genera mas violencia y es hora de akabar kon una historia de violencia, no tenemos ke akostumbrarnos a este entorno, mi opinion koincide kon la tuya, hay ke empezar desde adentro, paz en el hogar y paz en nuestro entorno, edukarnos para la paz es la solucion.

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  4. Hola Lunatrack... Coincido contigo, el pueblo unido es más fuerte.

    Skunk... wow... me sorprende tu comentario... Lo triste es que sí, hay muchos que no tienen remedio pero el sistema es el que tiene que ser mejorado, cambiado, reformado para atender a los que no tienen remedio y colocarlos confinados porque son un peligro para la sociedad...

    Marielos, cabal! El cambio está en nosotros y no en ponernos al mismo nivel que los mercenarios, sicarios, asaltantes y demás... Claro que da cólera pero eso no quiere decir que debamos atacarlos ojo por ojo... :P

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