Oferta en el pasillo 8

Haciendo un recorrido por las carpetas de documentos olvidados y con bits empolvados, me encontré con varios textos que subiré poco a poco. Los hice hace mucho tiempo, pero no esta de más colgarlos en la web....



Oferta en el pasillo 8



Cada noche entretenía mi mente pensando en todo aquello que tengo que decirte. Poco a poco me dormía repasando argumentos y estructurando los diálogos.

Los días pasaron y luego las semanas formaron 2 meses.

Inesperado. En el momento y en el sitio que me faltó imaginar. Te coloqué en el cine, en alguna fiesta o en un restaurante. Pero el destino decidió ir contra mis planes y escogió otro lugar para nuestra cita, sin que uno de los dos albergara la más mínima sospecha.

Fui al super para comprar cajas con imitaciones de comida, la cual está lista para degustar luego de su paso por el microhondas, cualquier bisutería que me levantara el ánimo y otro montón de babosadas que siempre me sirven. Lejos estaba yo de imaginarme que al entrar al pasillo en el que se amontonan año tras año los mismos libros, te vería escogiendo una revista.

La cantidad de aire disminuyó considerablemente, mi corazón latía desesperado y el caos se produjo.

Todos los argumentos se agolparon uno tras otro mezclandose, hasta formar oraciones desordenadas, carentes de tan siquiera un mensaje para transmitir.

¨Que coincidencia. Decirte bueno te veo que para decirte. Hola…¨

La música y los gritos de un niño pidiendo el chocolate ¨x¨ lentamente fueron perdiendo su volúmen.

El caos crecía en mi mente.

¨¡Tanto qué decirte y tan poco tiempo para hacerlo! Quizá deberíamos juntarnos para comer. ¿Tú que piensas? Sí. En el restaurante chino. ¿A qué hora puedes llegar? Me parece, a las 4 p.m. nos vemos para platicar y así podremos aclarar algunos puntos pendientes de aquel día en que terminó nuestra relación…¨

También me percibiste. Tu espacio se redujo a ese pasillo y luego a los dos metros que nos separaban. Míis ojos clavados en los tuyos.

Aunque parecía una eternidad, la aguja más delgada del reloj sólo avanzó cinco segundos desde que te ví. Al abrir la boca para decirte lo que me carcome la conciencia desde hace dos meses, el desorden atolondrado de palabras no me dejó pronunciar algo más que un simple Hola.

Mí mente no procesó correctamente el exceso de pensamientos y obviamente se generó una falla en el sistema. Click en OK, no, no quiero mandar un informe técnico a Windows... Como si les importara.

Respondiste al saludo con una sonrisa. Vacios. Los argumentos carecían de sentido. A la sonrisa le siguió un suave adios. Era mí turno de sonreír.

Desvié la mirada hacia una oferta anunciada en el pasillo de enfrente. Mi cerebro instruyó a mis piernas para caminar y alejarme de ti, siguiendo un instinto consumista más.

De forma automática le pagué a la señorita que atendía la caja, conduje mi automóvil hasta el edificio donde se encuentra el apartameno donde pernocto, subí las gradas maldiciendo al conserje que no se ha dignado a reparar el elevador y al fin llegué al octavo nivel. Guardé todo lo que había comprado y encendí el televisor para ver alguna película.

Ahora estoy en mi cama. El filme tragicómico terminó hace una hora. Te imagino en el restaurante chino. Repaso mentalmente lo que quiero decirte. Bostezo. Duermo.

Comentarios

  1. Solo espero que hayas podido llegar a la cita en el restaurante chino y que de tu boca haya podido salir todo lo que habias planeado.

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  2. Armando,
    Hola, gracias por tu comment! =)

    abril,
    La cita sigue pendiente y la lista de temas por decir sigue creciendo... A lo mejor me anime un día.
    Saludos!!! =D

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