Un día de locos, como muchos otros...


La primera fase del ajetreo electoral llegó a su fin con unos resultados que, si bien eran los esperados, quiza no eran los más deseados. Aunque todavía quedaba un pedazito de esperanza (sin ninguna alusión particular), los resultados son simples cifras que acompañan las posiciones previamente anunciadas. No discutiré la ciencia de las encuestas, me reservo los comentarios. Tampoco despotricaré contra los dinousarios-políticos que renuevan su pase en el congreso, me regocijare con tan solo un voto que sí se me hizo realidad.
Prefiero entregarme a la ilusión o alienación y esperar ansiosamente el 15 de septiembre. No para honrar a una mal llamada independencia, prefiero contar los días que faltan para asisitir al primer concierto de la gira mundial de Heroes del SIlencio. Mismos que arrivaron a tierras guatemaltecas el sábado 8 de septiembre y ahora pasean por nuestro macondo globalizado. Sí, prefiero ilusionarme con un concierto y votar por Carlos Peña... Al menos él no está lleno de pajas recicladas.
No me malinterpreten. Es importante y un deber para todos los ciudadanos el ejercer nuestro derecho al voto. Pero eso, ya lo hice. Lo que podía controlar, lo hice muy bien según mis convicciones... Pero lo que otro millón de guatemaltecos escogieran en su papeleta es algo que se escapa de mis manos. Me conformo con un saludo que el presidenciable por quien voté me dejara por ahi en una grabadora y mi única victoria con otro voto.
Así que, si no controlo lo que el resto del país escoge para su futuro... Al menos me queda la satisfacción de haber expresado mi voluntad en una papeleta que luego se confundió entre cientos de otras papeletas que suman la voluntad colectiva.

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